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Videojuegos online: cómo proteger a tus hijos de los riesgos de grooming y ciberacoso

Los videojuegos online no son solo un pasatiempo para los adolescentes: son su espacio para explorar, competir y conectar con otros. Sin embargo, tras esa puerta de diversión y aprendizaje, se esconden riesgos tan reales como el grooming y el ciberacoso. ¿Qué son exactamente? ¿Por qué deberían preocupar a los padres? Y, sobre todo, ¿Cómo puedes proteger a tu hijo sin que sienta que le estás controlando? Aquí te damos todas las respuestas, con estrategias prácticas y ejemplos claros que te permitirán acompañar a tu hijo con seguridad y confianza.

Grooming: qué es y por qué es tan peligroso

El grooming ocurre cuando un adulto se hace pasar por un joven para ganarse la confianza de un menor y manipularlo con fines sexuales o abusivos. Suele comenzar con mensajes amables o halagos para luego pedir datos personales o fotos.

En España, uno de cada tres menores ha sido contactado por un desconocido en internet, lo que subraya la importancia de hablar abiertamente de este tema en casa.

Para explicárselo a tu hijo, podrías decirle algo como:

“A veces, alguien mayor finge ser de tu edad para hacerse pasar por tu amigo y luego intentar engañarte o hacerte daño. Si te pasa algo así o notas algo raro, cuéntamelo sin miedo.”

Ciberacoso: qué es y cómo afecta a los adolescentes

El ciberacoso es el uso de la tecnología para humillar, amenazar o manipular a alguien. En los videojuegos, puede aparecer en forma de insultos, burlas constantes, amenazas o chantajes. Esto puede dañar la autoestima de los adolescentes y hacerles sentir miedo o vergüenza.

Un 37% de los adolescentes españoles afirma haber sido víctima de ciberacoso en algún momento.

Ejemplo para explicarles esto:

“Si alguien te insulta o te amenaza mientras juegas, aunque no lo conozcas, eso está mal y es importante que me lo cuentes para que podamos ver qué hacer.”

Los riesgos específicos en los videojuegos online

  • Chats abiertos y privados sin supervisión: los videojuegos permiten hablar con desconocidos de cualquier parte del mundo. Esto expone a los jóvenes a personas que pueden mentir sobre su identidad o sus intenciones, aprovechándose de la curiosidad y confianza de los adolescentes.
  • Presión de grupo y cultura tóxica: la competitividad en el juego puede llevar a los adolescentes a tolerar insultos, burlas o incluso comportamientos ilegales (como compartir datos personales o participar en apuestas). Se normaliza el “todo vale para ganar” y se invisibilizan los límites del respeto.
  • Vergüenza y miedo a contarlo: muchos chicos y chicas temen que, si cuentan lo que les ocurre (acoso, grooming, amenazas), pierdan el derecho a jugar o les castiguen. El miedo a que sus padres no entiendan su mundo digital genera silencio y soledad.
  • Sobrecarga emocional: el estrés por perder partidas o encajar burlas constantes puede hacer que los adolescentes presenten ansiedad, baja autoestima o pierdan el interés por otras actividades importantes (como los estudios o salir con amigos en la vida real).
  • Falsos premios y estafas: muchos juegos ofrecen recompensas tentadoras a cambio de datos personales o incluso dinero real. Los adolescentes, con su impulsividad típica, pueden caer fácilmente en engaños como “regalos exclusivos” que en realidad son fraudes.

Aquí es clave que entiendas que la resistencia de los adolescentes surge de su deseo de autonomía y de evitar que se les limite el acceso a sus juegos. Por eso, tu intervención debe ser empática y respetuosa.

Consejos prácticos para proteger a tus hijos en videojuegos online

Usa la técnica del “role-playing” para ensayar situaciones reales

Cuando ensayamos situaciones en un entorno seguro, generamos esquemas mentales que nos preparan para reaccionar con calma en la vida real. Es como un ensayo antes de la obra.

Cómo hacerlo:

Siéntate con tu hijo y proponle un pequeño “juego de rol”. Por ejemplo:

  • Padre: “Imagina que un jugador te pide tu número de teléfono. Yo hago de esa persona y tú me respondes como lo harías en la vida real.”
  • Hijo: “No te lo voy a dar. No me siento cómodo.”
  • Padre: “Genial, eso es lo que me gustaría que siempre hicieras.”

Qué evitar:

No lo conviertas en un interrogatorio. Hazlo divertido, como un reto o un teatro en familia, para que tu hijo lo vea como un entrenamiento y no como una amenaza.

Qué decir si tu hijo te suelta: “¡Qué tontería!” o se resiste:

  • “Lo entiendo, pero practicarlo ahora nos puede ahorrar un mal rato real después.”
  • “No quiero que lo veas como un juego tonto, sino como una forma de entrenarte para que, si alguien te incomoda, tengas las palabras justas y no te sientas perdido.”
  • “Si quieres, lo hacemos solo un minuto, como un reto, y después seguimos con lo que estabas haciendo.”

Qué evitar:

  • No reacciones con enfado o sarcasmo. Decir cosas como:

“¡Vaya, qué mal te lo tomas siempre!” o “¡Claro, como tú lo sabes todo!”, solo aumenta la resistencia.

  • Tampoco intentes imponerlo a la fuerza. Dale la sensación de que es algo que hacéis juntos y que no le quita su independencia.

Cuéntale un caso real (sin dramatizar) para darle contexto

El cerebro recuerda mejor las historias reales que las normas abstractas. Cuando tu hijo escucha un caso real, se activa su empatía y comprende mejor las consecuencias.

Cómo hacerlo:

Puedes decirle: “¿Sabes que hace poco en España un chico conoció a alguien en un juego y esa persona le pidió fotos? Cuando se lo contó a su madre, juntos lograron pararlo a tiempo. Me gustaría que siempre me cuentes esas cosas, porque juntos podemos solucionarlo.”

Qué evitar:

No uses historias de terror ni historias falsas, y tampoco amenaces con castigos. El objetivo no es asustarle, sino que vea que estos problemas existen y que contarlo a un adulto ayuda.

También, podéis hacer una “misión conjunta” e investigar casos reales, tu hijo sentirá que está ayudando a algo importante, en vez de sentirse interrogado o controlado.

Proponlo como una búsqueda colaborativa: “¿Te parece si juntos buscamos historias reales de chicos que tuvieron problemas en videojuegos? Así sabemos cómo actuar si algún día pasa algo parecido.”

  • Hacedlo como una especie de “reto de investigación”.
  • Cada uno puede buscar un caso o noticia y comentarlo juntos.
  • Refuerza la idea de que esto no es para asustar, sino para saber cómo protegerse mejor.

Valida su mundo digital para que no lo vea como algo prohibido

Muchos adolescentes creen que los padres solo ven los videojuegos como “pérdida de tiempo” o “algo peligroso”. Si validas su mundo, te verá como alguien que le entiende, no como un enemigo.

Cómo hacerlo:

  • Pregúntale genuinamente por el juego: “¿Qué es lo que más te gusta de este juego?”
  • Muestra curiosidad por las estrategias o los personajes.
  • Reconoce lo bueno: “Veo que te organizas muy bien con tu equipo. Eso es una habilidad muy valiosa.”

Qué evitar:

No uses frases como: “Estos juegos no sirven para nada.”

Eso solo generará rechazo y hará que tu hijo no te cuente lo que ocurre en su mundo online.

Enséñale a “poner excusas seguras”

Muchos adolescentes sienten que decir “no” directamente a un desconocido es difícil. Puedes ayudarles a crear “excusas” o frases de salida que les permitan cortar la conversación sin sentirse mal.

Ejemplo:

  • “Lo siento, tengo que irme, mi madre me llama.”
  • “Ahora no puedo hablar, estoy con los estudios.”
  • “No puedo, tengo que ir a entrenar.”

Cómo enseñarlo:

Practicadlo juntos como frases clave que puede usar en cualquier momento. Así tu hijo no se siente obligado a seguir hablando con un desconocido.

Qué evitar:

No le digas solo: “Dile que no y ya está.”

A muchos adolescentes les cuesta ser directos, y darles estas herramientas facilita que pongan límites sin sentirse raros.

Invítale a reflexionar sobre cómo se siente después de jugar

Los adolescentes a menudo no son conscientes de cómo les afectan los insultos o el ciberacoso. Hacerles reflexionar les ayuda a identificar emociones y actuar.

Qué podemos decir: “¿Te has sentido bien después de la partida o algo te ha molestado? Me interesa saberlo para que podamos hablarlo.”

Qué evitar:

No des por hecho que todo ha ido bien o que ha sido una pérdida de tiempo: “Ya estás otra vez enganchado.”

Esto solo refuerza su resistencia.

Enséñale la regla del “compartir con un adulto de confianza”

Muchos adolescentes no cuentan lo que les pasa porque temen que se les juzgue o que sus padres reaccionen prohibiéndoles lo que más les gusta. La regla de “compartir con un adulto de confianza” les da permiso para buscar ayuda sin sentirse controlados. Refuerza la idea de que siempre hay alguien dispuesto a escucharles y protegerles.

Qué decir:

“Recuerda que si alguien te pide algo raro o te hace sentir incómodo, no tienes que resolverlo solo. Puedes contármelo a mí o a otro adulto en quien confíes: un tío, un profe, o incluso un amigo mayor que te escuche sin juzgarte. No estás solo.”

Este mensaje le da opciones. No le obliga a contártelo solo a ti, pero sí le deja claro que siempre es mejor contarlo a alguien de confianza.

Cómo reforzarlo:

  • Hazle saber que no habrá consecuencias negativas por contártelo, como quitarle el juego o castigarle. Por ejemplo, dile:

“Si algún día te pasa algo así, no te voy a regañar. Lo primero es que estemos tranquilos y lo resolvamos juntos.”

  • Usa ejemplos concretos para normalizarlo: “A veces los chicos no cuentan cosas porque creen que los adultos no lo entenderán. Yo prefiero que siempre lo compartas, aunque parezca algo pequeño.”

Evita decirle:

“Me lo tienes que contar a mí que soy tu madre/padre, a nadie más” o “Si no me lo dices a mí, no me fío de ti.”

Hazle ver que tiene derecho a decir que no, incluso a amigos

Muchos adolescentes creen que no pueden decir “no” a sus amigos por miedo a perderlos. Reforzar su derecho a poner límites es clave.

Qué podemos decir:

“Aunque un amigo te diga que no pasa nada por compartir tu número, si tú no quieres, no tienes que hacerlo. Eso no te hace menos amigo, te hace responsable.”

  • Explícale que decir “no” es una forma de cuidar su espacio personal y sus derechos.
  • Usa ejemplos concretos:

“Imagínate que un amigo te pide tu contraseña o que hagas algo que no te gusta. Decir ‘no’ es protegerte.”

Cuida tu propio lenguaje y tu actitud

Tu hijo aprende más de tu tono y tu actitud que de tus palabras. Si ve que hablas con calma y respeto, lo replicará en su vida digital.

Qué hacer:

  • Habla con voz pausada y firme.
  • No le interrumpas cuando te cuente algo.
  • Usa frases de apoyo como: “Te escucho” o “Entiendo lo que sientes.”

Qué evitar:

  • Gritar o reaccionar de forma exagerada.
  • Cortarle con frases como: “Eso es una tontería” o “Déjalo, no quiero saber más.”

Estas frases cierran la puerta a la confianza.

Conclusión: un enfoque innovador y emocional

El verdadero reto no es prohibir los videojuegos o controlar cada segundo de pantalla, sino enseñarles a ser conscientes y responsables. Con estos consejos, role-playing, excusas seguras, validación de su mundo y un enfoque más emocional, lograrás que tu hijo confíe más en ti y sepa cómo actuar si algo no va bien.