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Crianza positiva: el enfoque que algunos critican pero que la ciencia respalda

Vivimos en una época donde abunda la información sobre crianza, pero también la confusión, las críticas y la resistencia. Lo que algunos llaman “crianza positiva”, otros lo entienden como “educación con respeto, límites y conciencia”. Independientemente del nombre, este enfoque sigue generando rechazo entre muchos padres y madres. “Eso no funciona”, “Es una tontería”, “En mis tiempos no hacía falta nada de eso”… Estos comentarios se repiten una y otra vez. Este blog nace para invitar a una reflexión profunda: ser padre o madre no es improvisar sobre la marcha, es una responsabilidad que exige conciencia, esfuerzo y constancia.

¿Qué significa realmente crianza positiva?

La crianza positiva es un enfoque educativo que se basa en el respeto mutuo entre adultos y niños. Su objetivo no es que los niños hagan “lo que quieran”, sino que aprendan a comportarse de forma adecuada porque entienden, sienten y confían en los adultos que los guían.

Este tipo de crianza propone que:

  • Se establezcan límites claros, pero sin gritos, humillaciones o castigos físicos.
  • Se utilice el diálogo, la empatía y el refuerzo positivo para acompañar la conducta infantil.
  • Se fomente una relación basada en el apego seguro y la conexión emocional.
  • Se ayude al niño a autorregularse en lugar de imponer el control desde fuera.

En resumen, no se trata de dejar hacer, sino de educar con firmeza y cariño a la vez. Es un equilibrio desafiante, pero profundamente transformador.

Comentarios más frecuentes ante la crianza positiva

  • “Eso no sirve para nada, hay que imponer autoridad.”
  • “En mis tiempos nos gritaban y aquí estamos.”
  • “Eso es criar niños blandos.”
  • “Ya, pero ¡no siempre tienes paciencia!”
  • “Eso es imposible de aplicar en la vida real.”
  • “Sí, sí, claro… eso es porque no tienen hijos y no saben lo que es.”
  • “Ya, claro… muy bonito todo, pero en la práctica eso no funciona.”

Estos comentarios no nacen del mal, sino de la frustración, el agotamiento o incluso el miedo a no saber hacerlo diferente. Pero también revelan una gran verdad, existen familias que no han recibido herramientas para educar desde el respeto sin perder la firmeza.

Ejemplos prácticos: lo que se dice, lo que pasa y lo que funciona

En este apartado vamos a analizar tres cosas muy comunes en la crianza diaria:

  • Lo que suelen decir o pensar algunos padres sobre un consejo concreto.
  • Lo que realmente pasa cuando lo intentan aplicar, a veces solo un día y sin constancia.
  • Lo que sí funciona cuando se practica con paciencia, coherencia y compromiso diario.

Consejo: Valida las emociones de tu hijo.

  • Comentario habitual:

    “¿Validar qué? Si mi hijo está haciendo un berrinche porque no le compro el juguete, no le voy a decir que está bien llorar por eso.”

  • Lo que hacen:

    Intentan un día decir: “Sé que estás enfadado porque no tienes el juguete, pero no por eso tienes que gritar”, y cuando el niño sigue llorando y gritando, se frustran y terminan diciendo: “¡Ves! Eso no funciona, solo hay que poner orden.”

  • Lo que sí funciona:

    Validar no es aprobar la rabieta, sino reconocer la emoción detrás. Por ejemplo: “Entiendo que te sientas triste y enfadado porque no podemos comprar ese juguete hoy. Está bien sentirse así, pero no podemos gritar. ¿Quieres que busquemos juntos otra cosa para jugar?”

    Así el niño siente que sus emociones importan, y poco a poco aprende a expresarlas mejor.

Consejo: Poner límites sin gritar.

  • Comentario habitual:

    “Intento decirle que no se suba a la mesa tranquilamente, pero al final me pongo nervioso y acabo gritando.”

  • Lo que hacen:

    Le dicen una vez con calma: “No subas a la mesa”, pero cuando el niño sigue haciéndolo, explotan con un grito: “¡Te he dicho que NO se suba!”

  • Lo que sí funciona:

    Poner el límite con firmeza, mirada directa y presencia física: por ejemplo, ponerse frente al niño y decir de manera calmada: “No puedes subir a la mesa porque te puedes caer y lastimar.” Repetirlo las veces que sea necesario sin perder la calma, acompañando con una acción segura, como bajarlo suavemente si insiste. La constancia es la clave, aunque cueste.

Consejo: Evita los castigos, apuesta por consecuencias educativas.

  • Comentario habitual:

    “Si no castigo a mi hijo por no recoger sus juguetes, ¿Cómo va a aprender que tiene que hacerlo? ¿Le voy a decir que está bien dejar todo tirado?”

  • Lo que hacen:

    Retiran la tablet un día porque no recogió, pero al siguiente se la devuelven sin más explicación.

  • Lo que sí funciona:

    Establecer consecuencias relacionadas con la acción: “Si no recoges los juguetes ahora, no podrás jugar con ellos mañana hasta que estén ordenados.” Esto enseña responsabilidad y conecta la consecuencia directamente con la conducta. Además, hay que ser firme y cumplirlo.

Consejo: Dedica tiempo de calidad a conectar con tu hijo cada día.

  • Comentario habitual:

    “Trabajo todo el día, llego cansado y ni tiempo tengo para jugar.”

  • Lo que hacen:

    Juegan con el niño unos minutos cuando pueden, pero sin foco ni constancia, a veces mirando el móvil o apurando para hacer otras cosas.

  • Lo que sí funciona:

    Reservar aunque sea 10-15 minutos diarios exclusivos para jugar o hablar con el niño sin distracciones. Por ejemplo, leer un cuento juntos o jugar a su juego favorito, dándole toda la atención. Esa conexión diaria hace que el niño se sienta querido y seguro, y responde con más respeto y colaboración.

Recuerda, muchos padres ya aplican estos consejos con cariño y dedicación, pero no siempre es fácil mantener la constancia, especialmente cuando hay cansancio o estrés. La crianza es un camino con altos y bajos, y cada esfuerzo cuenta. Lo importante es seguir aprendiendo, adaptándonos y no perder la esperanza.

¿Por qué los padres piensan así?

  1. Porque les falta información veraz. Muchos padres solo conocen la crianza respetuosa por frases sueltas en redes sociales, sin contexto ni profundidad.
  2. Porque tienen heridas propias. Repetimos lo que conocemos. Si creciste con gritos o castigos, es posible que te cueste ver otras alternativas como válidas.
  3. Porque buscan soluciones rápidas. Esta forma de educar no da resultados instantáneos. Y eso, en la vida acelerada actual, desespera.
  4. Porque creen que implica permisividad. Nada más lejos de la realidad: poner límites desde el respeto es más desafiante que imponer por miedo.

Ser padre/madre requiere esfuerzo, más del que nadie te dice

Educar no es solo cuidar. Es enseñar, acompañar, regular, sostener, contener, guiar. Y todo eso mientras también gestionas tu trabajo, tu casa, tu salud mental. No es fácil. Pero precisamente por eso, reducir la educación a castigos, gritos o rutinas automáticas es una trampa emocional que termina saliendo cara.

Ser padre es una de las tareas más exigentes que existen, y sin embargo, es de las menos reconocidas como tal. Y educar bien requiere algo que no se dice: formarse, revisar tus propias creencias y comprometerte con un estilo de crianza a largo plazo.

Educar bien desde el principio: la base de todo

Los primeros años de vida son una ventana de oportunidad irrepetible. No se trata de crear niños “perfectos”, sino de sembrar una relación basada en el vínculo, la coherencia y el respeto. Cuanto antes se construyan estos pilares:

  • Más fácil será poner límites que se respetan sin miedo.
  • Más probabilidad habrá de que el niño/a desarrolle autoestima y regulación emocional.
  • Menos batallas tendrás a los 10, 12 o 15 años.

La inversión emocional y educativa que hagas en los primeros años se convierte en tranquilidad, conexión y salud mental para todos en el futuro.

No es una moda, está respaldado por la ciencia

La educación basada en el respeto y el vínculo no es una ocurrencia moderna ni una corriente sin base. Está respaldada por décadas de investigaciones en psicología evolutiva, neurociencia afectiva y educación emocional.

  • Estudios de la doctora Jane Nelsen (Disciplina Positiva) han demostrado cómo el respeto mutuo y la firmeza pueden coexistir y dar mejores resultados a largo plazo.
  • La investigación en neurodesarrollo infantil, como la del Dr. Daniel Siegel, explica cómo el cerebro del niño se moldea a través de las experiencias tempranas de vínculo, validación emocional y regulación.
  • La psicología del apego (John Bowlby y Mary Ainsworth) ha confirmado que los niños criados en entornos seguros, empáticos y consistentes desarrollan mejores habilidades sociales, mayor resiliencia y mejor salud mental.

Además, la evidencia científica ha mostrado que la conexión emocional con los padres es un factor protector frente a la ansiedad, la depresión y las conductas de riesgo en la adolescencia y adultez.

No es una cuestión de opinión. Es ciencia. Y como toda ciencia, requiere aplicarse con criterio, formación y perseverancia.

La importancia de trabajar en nosotros mismos como padres

Ser padre o madre no es solo cuidar y proveer, sino un compromiso profundo que comienza por dentro. Educar con respeto y eficacia requiere mucho más que buenos deseos; exige un trabajo personal constante que muchas veces pasa desapercibido, pero que es la base para una crianza consciente y saludable.

Autorregulación emocional

Los niños aprenden observando, no solo con palabras, sino con el ejemplo. Si tú como adulto estás estresado, frustrado o perdiendo el control, es muy probable que tu hijo también lo refleje. Aprender a manejar tus propias emociones, a respirar antes de reaccionar y a mantener la calma ante situaciones difíciles es fundamental para poder acompañar a tu hijo sin caer en gritos, castigos o reacciones impulsivas.

Este proceso de autorregulación no es fácil ni inmediato, pero es una herramienta esencial que te ayudará a ser un referente de seguridad y equilibrio para tu hijo.

Adquirir herramientas para educar

Nadie nace sabiendo ser padre o madre. La crianza no viene con un manual universal, y cada niño es diferente. Por eso, buscar información veraz, formarse, leer, acudir a talleres o apoyarse en profesionales es vital. Esto te ofrece herramientas para entender mejor las etapas de desarrollo, las emociones infantiles y las estrategias que funcionan realmente.

La formación continua te ayuda a desmontar mitos, a renovar tu paciencia y a fortalecer tu confianza como educador.

Paciencia, constancia y esfuerzo

Cambiar viejos hábitos o formas de reaccionar no es fácil, especialmente cuando estás cansado o abrumado. Por eso, la paciencia es una virtud imprescindible. No se trata de ser perfectos, sino de ser perseverantes, de intentarlo una y otra vez, incluso cuando no se vean resultados inmediatos.

La constancia en aplicar límites con respeto, validar emociones y conectar diariamente con tus hijos, aunque cueste, dará frutos a largo plazo.

Cuidar de ti para cuidar mejor a tus hijos

Para educar con paciencia y amor, es fundamental que también te cuides. Descansar, pedir ayuda y dedicarte pequeños momentos para ti recarga energías y reduce el estrés. Recuerda, cuidar de ti no es egoísmo, es la base para ser un padre o madre más presente y equilibrado.

Lo que no se dice suficiente: esto no va de perfección, va de conciencia

No se trata de ser padres o madres perfectos. Se trata de ser padres presentes, conscientes, dispuestos a aprender. A cometer errores y corregir. A decir “lo siento”. A pedir ayuda si hace falta. Este tipo de crianza no es para quienes nunca se equivocan. Es para quienes están dispuestos a hacerlo diferente.