La salud mental de adolescentes en España: un sistema desbordado y sin respuesta
La salud mental de niños y adolescentes en España atraviesa una situación crítica. Los niveles de ansiedad, depresión y autolesiones se han disparado, mientras que el sistema sanitario no cuenta con los recursos ni la estructura necesaria para hacerles frente. Faltan profesionales, plazas y protocolos claros. El resultado: una generación sin apoyo real. Así lo expone el periodista Pablo Linde en El País, donde analiza el colapso del sistema de atención a la salud mental infantojuvenil.
Un panorama alarmante
Los datos son contundentes:
- El 41% de los adolescentes ha tenido algún problema de salud mental en el último año (Unicef, 2024).
- Solo la mitad pide ayuda y aún menos hablan del tema con alguien.
- Según la Fundación Manantial, más del 30% sufre ansiedad y el 11,7% se autolesiona.
- Las hospitalizaciones psiquiátricas en menores de 18 años han pasado del 3,9% en 2000 al 9,5% en 2021 (Universidad de La Rioja).
Además, la edad media de ingreso ha bajado de los 17 a los 15 años. La situación es especialmente grave en los estratos sociales más vulnerables y entre menores migrantes.
Un sistema sin capacidad de respuesta
Aunque en 2021 se creó la especialidad de psiquiatría infantojuvenil, su impacto será limitado hasta que se gradúe la primera promoción (prevista para 2027). Hoy, la ratio de psiquiatras es de 10 por cada 100.000 menores de 14 años, muy por debajo de la media europea de 22.
Peor aún es la situación de los psicólogos clínicos especializados en infancia: solo hay 543 en todo el Sistema Nacional de Salud, cuando harían falta al menos 1.800 más para ofrecer una atención de calidad.
La Atención Primaria, clave en la detección precoz, también falla. Casi la mitad de los pacientes tardan más de cinco días en conseguir una cita. Esto impide tratar los problemas psicológicos con la urgencia necesaria.
Expertos reunidos en un seminario de salud mental organizado por Lundbeck coinciden en que la exposición a las redes sociales, la presión académica y la falta de espacios para expresar emociones están agravando el malestar adolescente.
Aunque no hay consenso sobre la causalidad, estudios como uno publicado en Nature Human Behaviour revelan que los adolescentes con problemas emocionales pasan de media 50 minutos más al día en redes sociales que los que no los tienen.
Tal y como expresó Laia Rico, de 23 años, diagnosticada con depresión desde los 15:
“No somos la generación de cristal. Vivimos con unos estándares imposibles de alcanzar y no nos dejan parar”.
Propuestas en marcha, pero insuficientes
Organizaciones como Unicef España y la Fundación Manantial han puesto en marcha iniciativas comunitarias que han demostrado resultados positivos:
- Unidades móviles interdisciplinarias: formadas por psicólogos, psiquiatras, especialistas en psicomotricidad y trabajadores sociales. Apoyan al pediatra cuando detecta un caso grave.
- Intervenciones escolares: el programa #Rayadas, por ejemplo, trabaja con alumnos de ESO para fortalecer habilidades emocionales sin patologizar.
- Equipos de salud mental en institutos: como el que coordina María Mayoral en Madrid, que realiza visitas periódicas a centros educativos para evaluar y tratar casos directamente en los colegios.
Sin embargo, estos proyectos solo llegan a una pequeña parte del país y dependen en muchos casos de financiación privada o programas piloto.
Conclusión
Los profesionales coinciden en que no basta con reforzar hospitales o crear más plazas de psiquiatría. Hace falta una respuesta comunitaria, preventiva y coordinada. La salud mental no puede esperar. Y menos, la de quienes están construyendo su identidad en medio de un entorno cada vez más exigente y hostil.