La adicción a las pantallas en adolescentes es una preocupación creciente para profesionales de la salud mental. Así lo expone la periodista Gema Lendoiro en un artículo publicado en El País, donde recoge las conclusiones de expertos y estudios recientes que alertan sobre cómo el uso excesivo de móviles, ordenadores y redes sociales puede derivar en trastornos graves como ansiedad, depresión y autolesiones.
Según un estudio de la Organización Mundial de la Salud (Health Behavior in School-aged Children, HBSC), publicado en junio de 2025, el 11 % de los menores sufre consecuencias graves por el uso de dispositivos electrónicos, y un 32 % corre el riesgo de llegar a un uso problemático que impacta negativamente en su vida diaria, relaciones personales y bienestar emocional.
¿Cómo afectan las pantallas al desarrollo mental y emocional?
El proyecto Control Z, liderado por Mar España, exdirectora de la Agencia Española de Protección de Datos, agrupa a 16 entidades que promueven el uso moderado de la tecnología. En él participan expertos como la psiquiatra Abigaíl Huertas, del Hospital Gregorio Marañón de Madrid.
Huertas explica que vivimos un momento contradictorio: “Por un lado, los adolescentes saben expresar su malestar emocional mejor que nunca. Pero, por otro, nos encontramos con una sociedad, incluidas muchas familias, desbordada e incapaz de ofrecer soporte emocional suficiente”.
Las enfermedades mentales, sostiene Huertas, aparecen cada vez antes y con mayor intensidad. Aunque aún no existe evidencia concluyente, se sabe que el contenido consumido y la forma en que los algoritmos lo presentan afecta directamente al estado de ánimo, la identidad y los hábitos de vida de los adolescentes.
Riesgos de la adicción a las pantallas
Entre los efectos más preocupantes del uso excesivo de pantallas destacan:
- Ansiedad y depresión.
- Autolesiones.
- Trastornos de la conducta alimentaria.
- Baja autoestima.
- Hipersexualización e insensibilidad ante la exposición de la intimidad.
- Aislamiento social y deterioro de relaciones familiares.
Un estudio de 2024 realizado por UNAD y FEJAR con perspectiva de género advirtió que estos efectos afectan especialmente a mujeres jóvenes, vinculando la adicción a redes sociales con baja autoestima, percepción distorsionada del cuerpo e incluso autolesiones.
La autolesión como mecanismo emocional
La psiquiatra Lucía Torres explica que muchos adolescentes recurren a la autolesión como forma de gestionar emociones que no pueden canalizar: tristeza, frustración o decepción. Al autolesionarse, sienten que recuperan el control de su sufrimiento.
“El dolor físico es más fácil de manejar que el emocional”, señala Torres. Además, la atención recibida tras el acto puede reforzar esa conducta: “Familiares y amigos reaccionan preocupándose, lo que puede hacer que el adolescente sienta que por fin recibe validación o cuidado”.
El psicólogo Luis Miguel Real añade que esta conducta se refuerza biológicamente: la autolesión libera endorfinas y dopamina, neurotransmisores que provocan una sensación de alivio y bienestar temporal. El problema es que esta respuesta química puede volver adictiva la conducta.
“Los adolescentes no saben cómo pedir ayuda, y la pantalla se convierte en una forma de automedicarse emocionalmente”, explica Real. Esto dificulta que recurran a estrategias sanas como hablar con sus padres, acudir a terapia o practicar ejercicio.
¿Cómo prevenir la adicción a las pantallas?
Prevenir la adicción digital en adolescentes requiere actuar desde diferentes frentes:
1. Retrasar la exposición temprana
Cuanto antes se expone un niño a pantallas, mayor es el riesgo de que su desarrollo cerebral y emocional se vea afectado.
2. Fomentar el diálogo en casa
Es clave crear un entorno de confianza donde el adolescente pueda expresar cómo se siente sin miedo a ser juzgado.
3. Establecer límites claros de uso
Tiempos de pantalla regulados, sin pantallas durante las comidas ni antes de dormir, son medidas efectivas.
4. Promover actividades alternativas
Deporte, arte, naturaleza o lectura pueden equilibrar el uso de tecnología y reducir la dependencia digital.
5. Buscar apoyo profesional
Cuando ya hay síntomas de ansiedad, depresión o autolesiones, la ayuda psicológica es fundamental.
Conclusión
La adicción a las pantallas no es un problema superficial, sino una emergencia de salud mental que afecta a miles de adolescentes. Detectar los síntomas a tiempo y ofrecer una red de apoyo emocional sólida puede marcar la diferencia entre una adolescencia vivida con equilibrio y una marcada por el sufrimiento silencioso.
Las familias, las escuelas y la sociedad en su conjunto tienen un papel clave en educar, prevenir y acompañar a los jóvenes en el uso saludable de la tecnología.