¿Notas que a tu hijo/a le cuesta concentrarse, organizarse o controlar sus emociones? ¿Te desesperas porque parece que “va a su aire” y no sabes cómo ayudarle? Muchas madres y padres se enfrentan a este tipo de situaciones, sin saber que, detrás de esos comportamientos, están las funciones ejecutivas: una serie de habilidades mentales clave para el éxito académico, la convivencia y el bienestar emocional.
La buena noticia es que se pueden entrenar en casa, con actividades cotidianas, juegos y una actitud educativa consciente. En este artículo te explico, paso a paso, qué son las funciones ejecutivas, cómo influyen en el día a día de tu hijo/a y, sobre todo, qué puedes hacer tú, desde casa, para potenciarlas.
¿Qué son las funciones ejecutivas?
Las funciones ejecutivas son un conjunto de habilidades cognitivas que usamos para autorregularnos, organizar nuestros pensamientos, tomar decisiones y adaptarnos al entorno. Funcionan como un sistema de control central, y emergen de la actividad del córtex prefrontal del cerebro, y son esenciales para la vida diaria. Sin ellas, no podríamos planificar, mantener la atención, pensar antes de actuar o manejar una frustración.
Durante la infancia y, especialmente, en la adolescencia, estas funciones están en plena maduración, lo que explica por qué muchos niños/as y adolescentes pueden ser impulsivos, desorganizados/as o cambiar de humor con facilidad. No es falta de voluntad, es desarrollo neurológico, y por eso tu acompañamiento como madre o padre es crucial.
¿Por qué es importante trabajarlas en casa?
Porque las funciones ejecutivas no solo afectan al rendimiento escolar, también influyen directamente en la salud mental, la toma de decisiones, la autonomía personal y la relación con los demás. Un/a niño/a o adolescente con funciones ejecutivas fortalecidas será capaz de:
- Estudiar o hacer tareas sin necesidad de que se lo recuerden constantemente.
- Manejar la frustración sin explotar.
- Organizar su tiempo de forma autónoma.
- Pensar antes de actuar, reduciendo conductas impulsivas.
- Adaptarse a nuevas situaciones sin bloquearse.
Esperar que las funciones ejecutivas maduren “por sí solas” es un error. Como cualquier habilidad, necesitan ser estimuladas con intención, paciencia y constancia.
¿Cómo trabajarlas desde casa? Estrategias prácticas para madres y padres
Aquí tienes actividades organizadas por cada función ejecutiva, con ejemplos para niños/as y adolescentes que puedes aplicar en tu día a día familiar:
1. Inhibición: controlar los impulsos
¿Por qué es importante?
Permite al niño/a o adolescente pensar antes de actuar, controlar sus emociones y evitar comportamientos inapropiados.
Actividades prácticas:
- Jugar a “1, 2, 3, escondite inglés” o “Simón dice” para entrenar la pausa antes de actuar.
- Enseñar una estrategia de espera: “Cuenta hasta 10 antes de contestar”.
- Crear una señal secreta para ayudarle a autocontrolarse (por ejemplo, un gesto con la mano).
- Leer cuentos o ver películas juntos y analizar cuando un personaje se dejó llevar por el impulso y qué ocurrió.
2. Memoria de trabajo: retener y usar información
¿Por qué es importante?
Sin memoria de trabajo no pueden seguir instrucciones, hacer cálculos mentales ni mantener la concentración.
Actividades prácticas:
- Darle una serie de instrucciones encadenadas (“Pon la mesa, coge el agua y llama a tu hermano/a”) y que las repita antes de actuar.
- Jugar al “veo veo encadenado” o a memorizar listas (compras, animales, etc.).
- Usar juegos tipo “memory” o cartas como “Uno”.
3. Flexibilidad cognitiva: adaptarse a lo nuevo
¿Por qué es importante?
Ayuda a afrontar cambios, tolerar errores, buscar alternativas y adaptarse.
Actividades prácticas:
- Si algo no sale como esperaba, ayudarle a pensar: “¿Qué más podrías haber hecho?”.
- Proponer retos creativos: cocinar con ingredientes distintos, resolver acertijos con varias soluciones.
- Cambiar rutinas de vez en cuando: “Hoy tú haces de profesor/a y yo de alumno/a”.
4. Planificación y organización: pensar en pasos y objetivos
¿Por qué es importante?
Un/a niño/a o adolescente que sabe organizarse será más autónomo/a, responsable y eficiente.
Actividades prácticas:
- Crear un horario visual con tareas y descansos.
- Dividir una tarea compleja en partes: “¿Qué necesitas primero? ¿Qué harás después?”.
- Usar una agenda compartida para anotar fechas importantes.
- Planear juntos un viaje o evento: lista de cosas, itinerario, materiales necesarios.
5. Autorregulación emocional: reconocer y manejar emociones
¿Por qué es importante?
Facilita relaciones saludables, reduce conflictos y ayuda a tomar decisiones más equilibradas.
Actividades prácticas:
- Fomentar el diálogo emocional: “¿Cómo te has sentido hoy?”.
- Crear un “termómetro emocional” con colores y expresiones.
- Enseñar técnicas de relajación: respiración, música, contar hacia atrás.
- Validar sus emociones: “Entiendo que estés frustrado/a. Vamos a ver qué puedes hacer con eso”.
6. Toma de decisiones: elegir con criterio
¿Por qué es importante?
Mejora la capacidad de prever consecuencias y elegir la mejor opción.
Actividades prácticas:
- Antes de actuar, ayudarle a ver opciones y consecuencias: “¿Qué puede pasar si haces esto?”.
- Usar dilemas familiares: “¿Qué harías si ves a un compañero/a copiar en un examen?”.
- Dejar que tome pequeñas decisiones cotidianas: ropa, comida, lectura, etc.
Beneficios de trabajar las funciones ejecutivas
- Éxito académico: se concentran mejor, comprenden instrucciones, siguen procesos.
- Mayor autonomía: no dependen tanto de adultos/as para organizarse.
- Mejores relaciones: regulan mejor sus emociones, toleran frustraciones.
- Mayor autoestima: se sienten competentes para afrontar retos.
- Prevención de dificultades futuras: ansiedad, bajo rendimiento, conflictos conductuales.
Consejo extra: conviértelo en parte del día a día
No necesitas sacar tiempo adicional. Lo mejor es integrar estas prácticas en las rutinas diarias, sin presión. Lo importante es la constancia: cada pequeño momento cuenta.
Y, sobre todo, celebra sus avances, por pequeños que parezcan:
- “¡Qué bien te has organizado hoy!”
- “Me gustó cómo pensaste antes de reaccionar”.
- “Estás aprendiendo a manejar mejor tus emociones”.
Conclusión
Potenciar las funciones ejecutivas, tanto en la infancia como en la adolescencia, es uno de los mayores regalos que puedes hacerle a tu hijo/a. Le estarás dando herramientas clave para desenvolverse en la vida con más seguridad, equilibrio y éxito. Y no hace falta ser experto/a en psicología: solo necesitas tu presencia, un poco de orientación y muchas ganas de acompañar.