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Cómo ayudar a tu hijo/a a superar el miedo de ser el último en completar una tarea escolar: guía para padres y madres

Algunos adolescentes sienten un miedo significativo a ser los últimos en terminar una tarea escolar. Este temor puede convertirse en una fuente constante de ansiedad, frustración y baja autoestima, afectando tanto su rendimiento académico como su bienestar emocional.

Si tu hijo o hija se compara constantemente con sus compañeros y siente que trabaja más lento, es fundamental que le ofrezcas apoyo con estrategias prácticas y efectivas que fortalezcan su confianza y productividad.

A continuación, te compartimos una guía completa con soluciones útiles para afrontar esta situación desde una crianza positiva, fomentando la autonomía y el bienestar emocional de tu hijo o hija.

¿Por qué algunos adolescentes tienen miedo de ser los últimos?

Antes de intervenir, es esencial entender qué hay detrás de este miedo. Estas son algunas causas comunes:

Miedo al juicio social

Muchos adolescentes temen que los demás los vean como “lentos” o “menos capaces”, lo cual puede generarles vergüenza. Por ejemplo, un alumno o una alumna puede evitar levantar la mano o tomarse su tiempo por miedo a las risas o comentarios de sus compañeros.

Perfeccionismo excesivo

Algunos chicos y chicas se autoexigen tanto que prefieren tardar más antes que entregar algo que no consideren “perfecto”. Este perfeccionismo no solo retrasa el trabajo, sino que aumenta su nivel de estrés.

Baja autoestima y comparación constante

Cuando un/a adolescente duda de sus propias capacidades, tiende a medirse con los demás. Si percibe que todos avanzan más rápido, su ansiedad se dispara, aunque su rendimiento sea adecuado.

¿Qué puedes hacer como madre o padre?

Habla con tu hijo o hija de forma calmada y empática. Pregunta: “¿Qué es lo que más te preocupa cuando eres el/la último/a en terminar?” Escuchar sin juzgar es clave para entender su perspectiva y ofrecerle el apoyo emocional que necesita.

Fomenta una mentalidad de crecimiento desde casa

La mentalidad de crecimiento implica creer que las habilidades se pueden desarrollar con práctica y esfuerzo, a diferencia de la mentalidad fija, que considera que la inteligencia es algo que no cambia.

Cómo aplicarlo en el día a día

  • Valida el esfuerzo, no solo el resultado: frases como “me gusta cómo lo estás intentando” o “cada vez te sale mejor” ayudan a construir esta mentalidad.
  • Comparte ejemplos personales: cuenta alguna experiencia en la que tú también te hayas sentido lento/a o inseguro/a, pero lo superaste con práctica.
  • Reformula el error: en lugar de decir “te equivocaste”, di “¿qué crees que puedes aprender de esto?”

Este enfoque reduce la presión y refuerza la idea de que avanzar a su ritmo también es válido.

Crea un plan de estudio estructurado y flexible

La desorganización o la falta de una rutina clara puede generar sensación de caos y lentitud. Por eso, establecer una estructura visual y clara del tiempo de estudio es clave.

Estrategias útiles

  • Divide las tareas grandes en pequeños pasos. Por ejemplo: “hoy solo redactamos la introducción”.
  • Usa un calendario visual con colores para tareas escolares, descansos y actividades de ocio.
  • Involucra a tu hijo/a en la planificación. Si participa en decidir cuándo estudiar, se sentirá más comprometido/a.

Esta organización reduce la sensación de estar “atrasado/a” y permite ver avances concretos.

Prepara un entorno de estudio libre de distracciones

Un ambiente desorganizado o con muchos estímulos puede hacer que cualquier tarea parezca interminable.

Cómo mejorar el espacio de estudio

  • Elige un lugar luminoso, cómodo y silencioso.
  • Retira o bloquea el acceso a redes sociales o videojuegos durante el tiempo de estudio.
  • Usa técnicas como el “modo avión” en el teléfono o apps de bloqueo temporal.

Además, establece horarios fijos para el uso de pantallas, de modo que el estudio tenga su propio espacio mental y físico.

Refuerza la confianza celebrando el proceso, no solo el final

Cuando solo se reconoce la nota o el resultado final, los adolescentes aprenden que su valor depende de cuánto tardan o de cuán “perfecto” es su trabajo.

Cómo cambiar esta dinámica

  • Felicítalo/a por su organización, concentración o perseverancia.
  • Evita frases como “¿ya terminaste?” y opta por “¿cómo te sentiste al hacerlo?”
  • Celebra los progresos, aunque pequeños: “¡Hoy terminaste la tarea sin distraerte, eso es un gran paso!”

Esto promueve la motivación intrínseca, lo que significa que trabajará por gusto o superación, no solo por cumplir expectativas externas.

Introduce técnicas prácticas para reducir la ansiedad

Visualización positiva

Ayuda a tu hijo/a a cerrar los ojos y visualizarse a sí mismo/a trabajando con calma, entregando su tarea a tiempo y sintiéndose satisfecho/a. Este pequeño ejercicio de 2 a 3 minutos puede reducir la anticipación negativa y generar una actitud más positiva.

💡 Caso real: Carla, madre de un adolescente con ansiedad escolar, le pedía a su hijo que antes de comenzar una tarea respirara profundo y se imaginara entregándola sin estrés. En pocas semanas, su actitud mejoró y ya no evitaba sus deberes.

Método Pomodoro con recompensas

Esta técnica consiste en:

  1. Trabajar 25 minutos sin interrupciones.
  2. Tomar un descanso de 5 minutos.
  3. Después de 4 ciclos, descansar entre 15 y 30 minutos.

Consejo extra: ofrece una pequeña recompensa al final de cada ciclo (un snack, 5 minutos en redes, un paseo). Esto genera refuerzos positivos y mantiene la energía.

Establece un ritual de cierre para cada tarea

Finalizar una tarea con una sensación de logro es tan importante como empezarla bien. Un “ritual de finalización” ayuda a crear estructura emocional.

Ejemplos de rituales

  • Escribir una frase como: “Hoy me siento satisfecho/a porque aprendí…”
  • Hacer una pausa activa: estirarse, salir al patio, tomar agua.
  • Guardar los materiales mientras escucha su canción favorita.

Estos pequeños gestos ayudan a tu hijo o hija a cerrar el ciclo de forma positiva y a prepararse emocionalmente para la siguiente tarea.

¿Cuándo buscar apoyo profesional?

Si el miedo a ser el/la último/a persiste y comienza a interferir con su autoestima o con su rendimiento diario, puede ser señal de una ansiedad escolar más profunda.

Señales de alerta

  • Se resiste a ir al colegio o a hacer tareas con regularidad.
  • Tiene síntomas físicos frecuentes (dolor de estómago, insomnio).
  • Llora, se frustra o se aísla al hablar de tareas escolares.

En estos casos, consultar a un/a psicólogo/a infantil o escolar puede ofrecer herramientas específicas para ayudarle a manejar su ansiedad de manera más efectiva.

Conclusión

El miedo a ser el/la último/a en terminar una tarea escolar no es simplemente una cuestión de lentitud. Detrás suele haber emociones intensas, creencias limitantes y experiencias de comparación.

Tu rol como madre o padre no es “acelerarlo/a”, sino acompañarlo/a con paciencia, respeto y herramientas concretas. Cuando tu hijo o hija sienta que puede ir a su ritmo sin ser juzgado/a, ganará confianza, autonomía y bienestar emocional.

Recuerda: cada niño y cada niña tiene su propio ritmo de aprendizaje, y eso también es valioso. Lo importante no es llegar primero, sino aprender con sentido y sin miedo.